Post by El Neno on Jun 14, 2006 23:18:59 GMT -5
¿Qué les parece, voy bien o me regreso?
Los limpia parabrisas se apeaban rápidamente del cofre tras haber lanzado un chorro de agua enjabonada a los autos. Los automovilistas, impacientes, hacían señales con la cabeza o el índice, negándose a pagar. Algunos otros, desesperados por el calcinante sol de las doce del día aceleraron dejando atrás a los menesterosos.
Oscar era un automovilista más, todas las mañanas hacía el mismo recorrido a través de la avenida tres. Sabía perfectamente que los vendedores de baratijas, se apartarían a su paso con desdén y cierto aire reverencial, el anciano vendedor de diarios, al ver el verde ahumado de la camioneta, se acercaría para amablemente ofrecer El Independiente.
-Buenos días señor. –dijo el vendedor sacando el periódico de entre los demás- Recién salido de la imprenta.
Pagó los siete soles del periódico y sin contestar palabra siguió su camino con dirección a la célula del partido. La fingida amabilidad del viejo le hacía rechinar los dientes, “cerdos”, diría su madre. “¡Creen que por hablar bonito y sonreír el mundo se abrirá ante ellos!”
El repentino recuerdo de su madre lo había tomado por sorpresa. Rápidamente la sangre coloreo sus alargadas facciones de cadáver, pareciera que su más incómodo secreto hubiese sido descubierto. En su fuero interno sabía perfectamente que no había motivo para ruborizarse de esa manera. ¡Nadie más lo había escuchado!
Los limpia parabrisas se apeaban rápidamente del cofre tras haber lanzado un chorro de agua enjabonada a los autos. Los automovilistas, impacientes, hacían señales con la cabeza o el índice, negándose a pagar. Algunos otros, desesperados por el calcinante sol de las doce del día aceleraron dejando atrás a los menesterosos.
Oscar era un automovilista más, todas las mañanas hacía el mismo recorrido a través de la avenida tres. Sabía perfectamente que los vendedores de baratijas, se apartarían a su paso con desdén y cierto aire reverencial, el anciano vendedor de diarios, al ver el verde ahumado de la camioneta, se acercaría para amablemente ofrecer El Independiente.
-Buenos días señor. –dijo el vendedor sacando el periódico de entre los demás- Recién salido de la imprenta.
Pagó los siete soles del periódico y sin contestar palabra siguió su camino con dirección a la célula del partido. La fingida amabilidad del viejo le hacía rechinar los dientes, “cerdos”, diría su madre. “¡Creen que por hablar bonito y sonreír el mundo se abrirá ante ellos!”
El repentino recuerdo de su madre lo había tomado por sorpresa. Rápidamente la sangre coloreo sus alargadas facciones de cadáver, pareciera que su más incómodo secreto hubiese sido descubierto. En su fuero interno sabía perfectamente que no había motivo para ruborizarse de esa manera. ¡Nadie más lo había escuchado!
!! trabaja obrero!!